martes, 17 de noviembre de 2015

¿Acaso los medios reflejan la realidad del mundo?


  Ryszard Kapuscinski, en su discurso de la ceremonia de entrega de los premios nacionales de periodismo en Stocolmo, denuncia el cambio que ha vivido el mundo de los medios a la hora de generar y difundir información.

  La evolución tecnológica está aquí y no hay dudas sobre ello. Pero por el momento, somos solamente simples observadores de las consecuencias que acarrea esta revolución ya que como menciona Kapuscinski, “Se trata de un fenómeno demasiado reciente en la civilización humana, como para haber podido producir los anticuerpos necesarios para combatir las patologías que genera”. Lo que se observa es lo que la evolución tecnológica ha generado: una producción masiva de nuevos medios, tanto en la TV, como en Internet. Casi en exclusiva, medios visuales de consumo rápido. Pero lejos de lo que cabría esperar de estos nuevos medios nacidos por la nueva comunicación global, la información que ofrecen no es más variada ni heterogénea, al contrario. La masa de medios se centra en los sucesos y en las informaciones más relevantes para sus bolsillos, aquello que le garantice audiencia, y por tanto, supremacía entre los demás medios y, por supuesto, dinero.

  Los medios generados antes de la revolución tecnológica y después de ella, se estructuran de una forma completamente diferente, y por tanto, la escala de poder dentro del medio cambia notablemente. Ahora el director de un canal o un periódico, no gobierna el medio, ya que mucho tienen que decir aquellas empresas que mediante acciones tienen buena parte del medio, algo que es muy común hoy día. Es clara la diferencia entre grandes y pequeños medios; aquellos medios que no cuentan con los recursos necesarios para crear y difundir noticias, y eso genera que la mayoría de información internacional que entra en el medio venga filtrada por un gran medio de antemano. Por lo tanto, la homogeneidad en las noticias viene siendo un plato de cada día.

  Todos aquellos medios que tengan los recursos para mandar enviados especiales a zonas conflictivas, lo harán siempre y cuando esa información sea beneficiosa e interesante para los directivos que manejan el medio. El morbo será la clave a la hora de crear una noticia, para conseguir más interés por parte de la audiencia, y por consecuencia, más dinero. El nivel de morbosidad que pueda tener un suceso será decisivo a la hora de elegir que noticias les interesan a la población, sobre todo en el momento de elegir qué acontecimientos que sucedan fuera de las fronteras occidentales serán más o menos difundidos por los medios.

  Kapuscinski presenta una verdad, y es que la información masticada que ofrece la TV, se consume muchísimo mejor que la que se pueda lograr en un archivo de datos o en los libros de la historia del lugar de los hechos. Nos facilitan la vida creándonos una opinión ya regurgitada y preparada para la audiencia y a ello se le suma la pasividad del espectador con “su poco tiempo del día”, consumido principalmente por el trabajo y las relaciones personales. ¿Quién dedicaría en su tiempo de ocio a investigar información contextual sobre acontecimientos que están sucediendo a más de mil kilómetros de tu casa? Y eso, los informativos lo saben y han aprendido a presentar una información condensada, fácil, tragable, modificando los propios criterios de la veracidad.

  Las nuevas tecnologías facilitan y mejoran el trabajo a todo el mundo, pero es una espada de doble filo para los medios de comunicación. Hemos trasformado al mundo en una “ciudad grande” donde un testigo de un hecho puede twittear en unos segundos lo que está sucediendo en su territorio y esa información viaja a todo el mundo interesado en apenas un minuto. Un canal de TV puede beneficiarse de ello, contactando con dicho sujeto y trasformando su información en la de ellos, pero ahí entran en acción todos los demás medios; en esta ciudad, se vive una guerra de exclusividad en la que los medios en vez de tenderse la mano y colaborar, pelean por el acaparamiento de la audiencia y por alzarse con las noticias más suculosas y apetecibles para sus espectadores. La realidad es un mero adorno con el que cubrir la morbosidad con la que se presentan.

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