El mundo indígena Wayuu, un
poblado situado en el país de Venezuela, ha sido presentado a la universidad, ayer, día 6 de octubre, de
una forma muy original; con un corto creado por ellos mismos. Con una sutil ayuda de algunos/as profesionales del mundo del cine,
han creado una historia por y para ellos/as, en los que se aprecia su forma de
vida, su cultura con su propio dialecto y los problemas a los que se enfrentan
día a día.
El primer corto presentado,
aparece un anciano haciendo su vida, hablando y cantando en el dialecto propio de los Wayuu.
El filme quiere dejar patente el mayor problema que tiene el poblado, que son
los explotadores de las minas de carbón que se encuentran en el territorio
Wayuu. Con subtítulos, se presenta la vida del personaje, su vivienda sus
hábitos… En cuanto se va con un burro, un hombre, a quién no se le ve la cara en ningún momento, aparece con un jeep y destroza su cabaña junto
a los árboles de alrededor. Al final del corto se muestra al anciano junto a un
niño lamentándose por su pérdida.
Los otros dos cortos que
presentan son protagonizados por madres de familias, y están dirigidos a los/las
habitantes que viven en las zonas fronterizas. En el segundo corto aparece una
mujer que baja a la ciudad para comprar víveres y se presenta el obstáculo social más común a los que se enfrentan la mayoría de los/as habitantes de Venezuela: El drama de las interminables colas para conseguir los preciados
alimentos. En el último corto se presenta la vida de una mujer cuyo único trabajo desde sus diez años ha
sido lavar bolsas de plástico. El corto gira en torno a la mujer y su familia,
su día a día y termina con el recorrido que recorre una de sus hijas para finalmente llegar al colegio.
La vida humilde es patente en
todos estos cortos, además de la pobreza .Pero el debate que ha ocasionado esta
presentación no ha sido ninguno de estos dos temas, sino la presencia y el
inevitable cambio que el equipo tecnológico, prestado para grabar la película,
ha ocasionado en la vida de esta tribu. La pregunta ¿Se le puede llamar
película indígena siendo manipulada en parte por gente de fuera? Se ha
escuchado y el debate se ha construido en torno a ella. La película ha sido
creada por todos los/las habitantes de la tribu, y entre ellos/as han creado el
argumento, el guion, la dirección artística… Pero un
aprendizaje anterior de la maquinaria y, a lo largo del proyecto, la presencia
de un/a supervisor/a por si surgía algún que otro problema, eran imprescindibles. Entonces, ¿Todo este
estudio posterior, eliminan el derecho a llamarlo “cine indígena”?
Lo que sí está claro, es el
interés particular de los/as productores/as en mantener la esencia Wayuu en la
película, por tanto, fue el mismo poblado el que manejó las cámaras y decidió
todas las tomas y secuencias, incluso en el respeto al guion cronológico sin
hacer caso a la optimización del tiempo, muy presente en el cine occidental.
Aun así, aparece a colación un gran debate que se vivió en el rodaje cuando los
de la tribu no querían cortar los planos entre los diálogos; los/as profesionales
querían llevar la grabación de sus diálogos a su terreno y al final lo
consiguieron para evitar el corte de la acción y conseguir mayor entendimiento
de la conversación entre los personajes.
Los/as productores/as dejan claro que los cortos muestran una esencia
única que solo puede lograr alguien que pertenezca a ese mundo y entienda
completamente toda la cultura que les rodea a los Wayuu y por ello, no hay que
olvidar que la película fue hecha por y para ellos/as y no para el resto de la
población venezolana o americana, y para ellos/as, fue una maravilla de creación.
Por tanto, la pureza de la cultura de un pueblo no se pierde ni se perderá, si los/as propios/as
habitantes de esa comunidad no rechazan la grabación y la toman como representación de su cultura, a pesar de haber sido grabada con
técnicas occidentales.
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